Miles de catalanes hacen cola para adquirir el nuevo iPhone 5

Seiscientos mil ciudadanos según la Delegación del Gobierno, 1.500.000 según los Mossos d’Esquadra, colapsaron las calles de Barcelona el pasado martes, víspera de la presentación del nuevo iPhone en California. La multitud fue avanzando a lo largo del día hacia el centro de la ciudad condal, saturando el Passeig de Gràcia, donde se encuentra la recién inaugurada Apple Store. Aunque se desconoce cuándo será puesto a la venta el dispositivo, la ciudadanía no quiso contener un deseo hondamente reprimido. El presidente Artur Mas quiso sumarse a la impaciencia de los ciudadanos declarando que “sus anhelos son los míos y su clamor es mi clamor”. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha pedido a los catalanes que no frivolicen “porque hay mucha gente que lo está pasando mal y estamos en un momento difícil”. Pero los medios de comunicación no ayudaron a calmar la impaciencia intentando adelantarse a las novedades que Apple está a punto de revelar al mundo, alentando especulaciones de todo tipo. Sáenz de Santamaría exige responsabilidad al presidente catalán insistiendo en que “lo que tienen que hacer los gobiernos es analizar y decidir muy bien cuáles son las prioridades”. Cientos de pancartas exigiendo un iPhone libre La mayoría de analistas coincide en señalar que en Cataluña se ha acabado la paciencia y se cree que “los catalanes no tolerarán que el nuevo iPhone esté vinculado a tarifas abusivas”. Los catalanes piden, en definitiva, que el nuevo teléfono de Apple sea libre para no tener que asociarse a compañías que no respetan sus intereses. El Gobierno ya ha advertido de que Movistar no lo pondrá fácil y asegura que será complicado el proceso dentro de la Unión Europea porque no hay precedentes de que una comunidad autónoma, ya dentro de la UE, quiera iniciar la comercialización de un iPhone libre a precios competitivos. “Todo es posible si hay voluntad, grandes mayorías y capacidad de resistir”, ha replicado Mas. El tumulto de ayer marca, en todo caso, un hito histórico en Cataluña.

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