Un tipo reticente a cagar fuera de casa explota durante su Erasmus en Londres

Alfredo Gañarfla, de Burgos, era un joven estudiante de filología grecorromana con apenas más manías que cualquier señor al que vista su madre: no comía nunca primer y segundo plato del mismo color, dormía siempre de espaldas a la ventana y, en sus 26 años de vida, jamás hizo aguas mayores en otro retrete que el de casa de su madre. «Como en casa, en ningún sitio», solía decir.

Este cordón umbilical psicológico ya había puesto a prueba sus convicciones a lo largo de su vida. Las visitas a la familia de Castellón resultaban un duro test, así como aquellas dos semanas de convivencias con los boy-scout. De todas estas dificultades había salido airoso Alfredo; pero, cuando le concedieron una beca de estudios en Londres, supo que se le planteaba un auténtico desafío.

Sus padres lamentan ahora no haber consentido que su hijo se llevase la taza de casa, como había hecho con su vaso de enjuagarse los dientes y su Baticao. En vez de eso, le alentaron a aprovechar el viaje para superar su debilidad, asegurándole a ciegas que en Londres «casi seguro que hay wáteres».

Alfredo tomó el avión a Heathrow el 7 de enero, —«cagao y meao, como ha de ser», afirma el señor Gañarfla—, y esperaba aguantar, con la ayuda del arroz y técnicas de yoga, hasta Semana Santa. Hacia febrero, sin embargo, sus compañeros le oyeron decir (o, más bien, captaron de lo que mascullaba entre dientes) que estaba considerando una escapada rápida en coche para carnaval; cosa que les sorprendió, dado que para entonces Alfredo era menos proclive a desplazarse que a quedarse sentado y con los dedos curvados como un aguilucho agarrándose a la rama.

El 28 de febrero, Alfredo salió precipitadamente de su piso en dirección a la estación del TGV. No llegó ni al metro de Piccadilly Circus. Tras una ardua batalla, el cuerpo había vencido a la mente. Volatilizando ambas cosas en el proceso, cabe añadir. Eran las 08:37 de la mañana.

A esa misma hora, en Burgos, el retrete de los Gañarfla vació la cisterna sin causa aparente.

Por cierto, aviso a parados: están contratando gente para repintar Piccadilly Circus