«No estábamos preparados para que alguien hiciera bien su trabajo» ha declarado el director general
Hoy, por primera vez en años, la economía no es lo que peor va en España. Porque, como han podido comprobar los españoles que esta mañana intentaron subir a un tren, la red ferroviaria se encuentra en una situación que roza lo apocalíptico. En Sevilla las colisiones y descarrilamientos se cuentan por decenas, y en Madrid se ha cortado cualquier acceso ferroviario. La culpa de este caos la tiene José Antonio Rebolledo, empleado de Renfe a punto de jubilarse, que esta mañana hizo que el tren que conducía llegase justo a tiempo a la estación de Nonaspe.
«Llevo 35 años conduciendo trenes y siempre he llegado tarde», comenta Rebolledo, ahora detenido por la policía. «Hoy, para variar, se me ocurrió que podría intentar llegar a tiempo. Nada. Solo a una estación, a una de las pequeñitas, a ver qué pasaba. Sincronicé mi reloj y justo a las 08.02, como indican los horarios, detuve el tren en Nonaspe». La reacción fue inmediata. El resto de conductores de tren, desconcertados por la inaudita acción de Rebolledo, fueron incapaces de sobreponerse a la situación. Algunos de ellos pararon sus máquinas, otros las aceleraron y algunos dieron marcha atrás. Los más confundidos incluso intentaron imitar la proeza de llegar a tiempo a una estación. El caos se generalizó en cuestión de minutos.
«En 72 años de servicio, nunca, y cuando digo nunca es NUNCA, ninguno de los trenes de Renfe ha llegado a su hora» ha comunicado el director general de Renfe a los medios. «Es lo que la gente espera. Es lo que los conductores esperan. Renfe ha encontrado un equilibrio en el caos. Si alguien rompe ese caos con orden, sobreviene la catástrofe». Cuando un periodista le preguntó si Renfe está replanteándose cumplir con los horarios oficiales, el director respondió: «quite, quite. ¿No ha visto qué sucede cuando un tren llega a su hora? Imagine ahora qué pasaría si todos cumpliesen con su horario».
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